La pasión y compasión de Marcelino en la Fundación Montagne. #MaristasEnCasa.
Revolución. Tiempo distinto. Tiemblan los cimientos. Todo está en cambio. Gentes que ansían libertad, igualdad, fraternidad. Gentes que se asoman a lo desconocido. Niños sin escuela y sin maestros. Jóvenes que mueren en la ignorancia, como Montagne.
Educarse en casa, aprender en familia (“No volveré a la escuela” !?). Abrirse camino con poca cosa y mucha fe. Ser sensible a la necesidad que ves y tocas. Gritar ante la injusticia (“¡Necesitamos hermanos!”). Arremangarse y mancharse las manos. Esquivar críticas. Ser tenaz y confiar (“Tú sabes, Señor…”). Confiar. Y seguir confiando. Como Champagnat.
Marcelino vivió momentos difíciles, llenos de incertidumbres y retos. Pero lo hizo con intensidad, compasión y con pasión. Sin rendirse. Sintió que Dios, la vida, le llamaba a ser para los demás. Ser y hacer: conscientemente, con sencillez, con delicadeza. Lo aprendió en casa. Lo aprendió de María. Con su presencia y cercanía, contagió entusiasmo a los hermanos. Les contagió Vida.
Así vivieron ellos.
AHORA, nosotros.
P.D. Nos quedamos con un texto apócrifo, mal atribuido a Mario Benedetti. Para leer con calma y vivir lo que dice. Es el deseo de las personas educadoras y voluntarias de nuestra FUNDACIÓN MONTAGNE.
No te rindas. Aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas, que la vida es eso: continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por favor, no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento.
Aún hay fuego en tu alma. Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo. Porque lo has querido y porque te quiero. Porque existe el vino y el amor, es cierto. Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas, quitar los cerrojos, abandonar las murallas que te protegieron. Vivir la vida y aceptar el reto. Recuperar la risa. Ensayar un canto. Bajar la guardia y extender las manos. Desplegar las alas e intentar de nuevo. Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor, no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento.
Porque cada día es un comienzo nuevo. Porque esta es la hora y el mejor momento. Porque no estás solo/a. Porque yo te quiero.
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