Estar atentos, tener todos los sentidos alerta a la realidad que nos rodea, conocer y preocuparse por lo que nos circunda, seguir el ejemplo y las enseñanzas de los que nos precedieron, porque los proyectos más impactantes y las obras que pasan a la historia no surgen por arte de magia.
Ahí están las raíces y el origen de la FUNDACIÓN MONTAGNE, allá por el año 2004, en el colegio marista de Oviedo, que llevaba desde comienzos de los años noventa apostando de manera decidida por la educación en la solidaridad como elemento fundamental de evangelización, de cohesión y compromiso entre quienes conformaban la comunidad educativa.
La FUNDACIÓN MONTAGNE nació para dar respuesta a necesidades emergentes y a realidades poco habituales entonces en aquel centro educativo: becas de comedor para alumnos llegados de otros países, ayudas para estudiantes que deseaban continuar o realizar sus estudios postobligatorios en el centro y no disponían de recursos suficientes, prebendas para familias que pasaban por situaciones de duelo, pérdida o ruptura.
Fue la respuesta de toda una comunidad educativa, apoyada y avalada por la Institución Marista en Compostela.
A partir de ahí, y hasta el día de hoy, la FUNDACIÓN MONTAGNE ha continuado su labor inicial y ha dado pasos para convertirse desde hace unos pocos años en la carpa que acoge y da cauce a todas las inquietudes sociales que han ido surgiendo en Compostela, en su zona española, unas por iniciativa propiamente marista, como “Xuntos” y “Asomar”, otras en colaboración con otras entidades e instituciones, como “El Urogallo” o “Ker Saorengo”. Todas ellas con el mismo objetivo, estar al lado de niños, adolescentes, jóvenes y familias carentes de los medios necesarios para su instrucción y educación, ayudándolos en sus tareas educativas, colaborando en la formación con sus familias, ofreciendo alternativas de ocio y tiempo libre saludable, también en fines de semanas y períodos vacacionales.
Todas ellas con el estilo marista heredado de Marcelino Champagnat, preocupado por la educación y evangelización de los niños y jóvenes más necesitados, en entornos seguros y con la premisa de que “para educar hay que amar”.
Hno. José Santamarta. En el corazón de Champagnat.
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